El largo camino de tus piernas
Esta historia tiene una primera versión, aquella que apenas un año antes cosechó un accésit en el IV Certamen Internacional de Novela Corta «Giralda».
Se trata de una novela pseudoerótica ambientada en la ciudad del Sena, recluida en una buhardilla donde un viejo pintor recorre a su musa con los ojos del deseo y la pinta y la modelo a su antojo; donde se escriben cartas que hablan de cambios y de diálogos mudos en el lecho y diarios que mezclan pintura, aguarrás y locura; donde el fracaso, donde la muerte.
Pocas cosas han cambiado desde la primera versión. En realidad, es como asistir a la evolución de un cuadro, «desde el germen en lápiz sobre el lienzo, desde la idea o el numen en su mente incansable, hasta el último beso del pincel sobre mi carne de tela y aguarrás». El final de esta novela no cambia con respecto a la primera porque otro final no es posible. La pintora que soy yo en este caso solo me recreo, me detengo en las pinceladas, coloco capa tras capa y luego me retiro a contemplarlo desde el otro extremo de la buhardilla. Entre otras cosas porque mi voz no es la importante: ellos hablan, y pintan, y escriben, y posan, fuera de mi alcance y mi control.
No hay mucho que añadir. Explicar un cuadro, hablar de una obra, no tiene tanto sentido como pararse ante ellos y disfrutarlos. A eso os invito.