Oriens el Bicho
Adivina adivinanza: ¿Qué tienen en común Elena Marqués y Oriens el Bicho? Está claro que, obviando el nombre (el mío es tan normal y clásico...), el afán por la aventura y los paseos por el norte entre hortensias y tentirujos. Quién sabe si algún antepasado en Altamira que cazara caballos y pintara bisontes bajo la tenue lluvia del Cantábrico. Desde luego, en lo que sí se parecen es en eso que los alimenta: una imaginación que los conduce a luchar con dragones, a amotinarse en un barco allá por los Mares del Sur, a batirse en duelo a la sombra de Notre Dame en una noche de luna llena, a intentar clavar una estaca a un vampiro quién sabe si imaginario.
Y como la literatura, sobre todo la infantil, tiene más magia que ninguna otra, todo lo que Elena Marqués, desde su aburrida vida de funcionaria, piensa Oriens lo lleva a cabo durante sus vacaciones, que son como las de todos los niños felices, largas y llenas de hazañas y peripecias, aunque de vez en cuando las cosas se le vayan de las manos y termine encarcelado por su madre. Que no es que sea mala gente, salvo por su afición a las alubias con almejas. Demasiada paciencia tiene con la criatura.
Pues todo eso y más puedes saberlo leyendo este libro, donde no solo conocerás a Oriens, sino a su hermano y sus amigos. Ellos lo acompañarán en esos lances que agosto les depara, lo ayudarán en sus travesuras, e incluso a buscar un tesoro que a lo mejor tú mismo puedes intentar encontrar en las arenas de una de las playas de Santander, donde vive desde hace once años y lo pasa bien hasta en sus encierros (disfruta de todo, el muchacho. ¡Es en el fondo tan tierno!), que aprovecha para escribir este diario.